Foto: Kristina Saavedra @kris.svdr
Racismo y violencia en Chile
Por María Emilia Tijoux PhD, Socióloga, Académica Universidad de Chile, Directora Revista ,,Actuel Marx Intervenciones” @tijouxmariaemilia
En términos muy generales, lo que hoy día se observa en Chile es la espectacularidad del racismo y la violencia que se ejerce en contra una comunidad migrante empobrecida y muy maltratada. El crecimiento del racismo y la xenofobia está vinculado al manejo de las migraciones a nivel mundial, en cómo el sistema capitalista mueve sus hilos, y como los gobiernos enganchan con esos hilos, colocando a las personas como moneda de cambio de sus intereses.
Por ejemplo, en Chile tiene que ver con un momento previo a las elecciones presidenciales, donde la derecha está organizando sus campañas con discursos de odio que se van acumulando contra las personas migrantes. En un contexto de dificultades políticas profundas, por una parte, encontramos a las personas migrantes como mano de obra barata, explotable y explotada y, por otra parte, como un excedente del capital en donde queda mucha gente sin posibilidades de tener trabajo, y la gestión de las fronteras, que consigue que el sentido común se organice en torno a las personas migrantes. En ese sentido, el Estado de Chile tiene mucha responsabilidad desde hace mucho tiempo en que no exista una política migratoria seria, que considere los desplazamientos de la gente, y la posibilidad de insertarla en la sociedad chilena. Sin embargo, en esta política de Estado que es extremadamente restrictiva y castigadora, donde bajo criterios discrecionales se establece quienes son aceptables o no, dejando a la gente sin acceso a derechos, se organizan discursos de odio en donde el gobierno los lanza y luego los medios de comunicación se dedican a difundirlos. Por lo tanto, la violencia racista se da de una manera muy grande, a todo nivel contra las personas y las distintas comunidades migrantes que llegan a Chile.
El hecho de que este odio está dirigido a personas que llegan en condiciones muy precarias bajo extrema pobreza, podría hacer pensar que hay aporofobia, pero no hay que olvidar que las personas afrodescendientes de piel negra son muy mal vistas, son pésimamente recibidas y perseguidas. El color de piel también funciona como un lugar de racismo, que toca principalmente a la comunidad haitiana y a las comunidades donde hay personas afrodescendientes. No es solo la pobreza, sino el color de piel el que influye de manera muy potente para el maltrato. Y a eso le podríamos sumar también que la población proveniente de los pueblos originarios ha sido históricamente muy mal tratada en Chile.
Es en este contexto, que hace unas semanas fuimos testigos de una protesta contra migrantes en el norte de Chile, la que culminó con una gran fogata en la que fueron quemadas todas las pertenencias de un grupo de venezolanos que, por necesidad, se encontraban viviendo en carpas en una plaza. Esta quema está vinculada directamente a la difusión generalizada de discursos de odio contra las personas migrantes. Con una violencia que realmente impacta por la crueldad. Sin embargo, frente a todos estos ataques tan duros proveniente de una parte de la sociedad chilena, también ha habido una gran solidaridad emanada de los campamentos, de las personas de ollas comunes, de organizaciones sociales, de clubes de fútbol, que hacen pensar que podría haber algo de esperanza, que hacen sentir que hay solidaridad por abajo, algo así como la consigna “el pueblo ayuda al pueblo”.