Foto: Cristobal Saavedra @crstbl.saavedra

La crisis educativa chilena

Por ACES (Asamblea coordinadora de estudiantes secundarios) @AcesChile

El modelo socioeconómico neoliberal instalado en Chile durante la dictadura cívico-militar de 1973 a 1990, que fue profundizado durante los años posteriores de “transición a la democracia” por la Concertación[1] trasciende todas las áreas de nuestras vidas. La privatización y el negocio con los derechos humanos más básicos es parte de la lógica cotidiana en nuestro país, siendo Chile uno de los pocos países en donde, por ejemplo, el agua permanece en manos de privados (empresas trasnacionales principalmente), así como también lo es gran parte de nuestro sistema de salud.

Desde la perspectiva anterior, es decir, desde una lógica empresarial, es que se configura el sistema educativo chileno. Un sistema subdividido en tres sectores: el público (donde el Estado a través de las instituciones de cada región o comuna destinan sus recursos según las condiciones que cada una tenga), el subvencionado (donde privados administran recursos del Estado), y el particular-privado. Es aquí, donde el derecho a la “elección” y libertad de empresa con rango constitucional se impone por sobre el Derecho a la Educación, y por tanto permite la posibilidad de privados de lucrar con ella, viendo en las escuelas la posibilidad de un negocio con alto potencial en desmedro de la educación de los/as niños/as.

Es así como la educación pública, en donde lo que importa es por una parte sacar el mayor provecho económico, y por otra preparar a los/as estudiantes para el precario mundo laboral, es parte de un conjunto de segregación y discriminación, que se fomenta mediante distintos mecanismos. Uno de estos es el “Sistema de Medición de la Calidad de la Educación” (SIMCE), que es una prueba estandarizada que deben rendir estudiantes cada ciertos años en su etapa escolar, la cual según sea el nivel de efectividad de su rendición se entregan mejores o menores condiciones en los liceos, generando incluso que los que tengan bajo rendimiento por una cantidad determinada de años, cierren sus puertas por no cumplir con la “calidad” requerida, dejando a la deriva a cientos de estudiantes. Es así como los liceos tan solo se enfocan en la capacidad que tengan sus estudiantes de rendir de la mejor forma posible esta prueba, dejando de lado absolutamente todos los otros elementos dentro de la educación.

Foto: Frente Fotográfico @frentefotografico

Por otra parte, la “Prueba de Selección Universitaria” (PSU), también prueba estandarizada que tan solo mide conocimientos formales y serviles al sistema, permite seleccionar quienes puedan ingresar a la educación superior, lo que tan solo se puede lograr si se tuvieron las condiciones socioeconómicas para poder tener la capacidad de rendir de buena forma la prueba, generando dos posibilidades; sacar un puntaje que permita entrar a una universidad y poder sacar un título profesional, lo que no quita la precarización en el mundo laboral; o en su defecto, ingresar a un instituto técnico-profesional, que en verdad es tan solo la forma de poder generar rápidamente mano de obra barata.

Y es que dentro de la educación superior las condiciones son aún más precarias, donde la única forma de no pagarla es poder obtener becas (que exigen un sin fin de condiciones complejas de asumir) o endeudándose para toda la vida, donde al final se debe terminar pagando hasta 10 veces el monto que cuesta realmente la carrera. En su defecto, muchos/as estudiantes optan, por necesidad, estudiar y trabajar al mismo tiempo, donde el mercado laboral para los/as jóvenes es aún más precario, muchos/as sometiéndose sin contrato o con el sueldo mínimo que no alcanza para vivir en nuestro país.

Hoy, la crisis educativa no solo la podemos ver en la nefasta infraestructura de la mayoría de los establecimiento, sino también en términos pedagógicos, ya que la lógica mercantil en que es vista la educación rompe completamente con cualquier intento de vínculo comunitario al vernos a los estudiantes como un número más dentro de las ganancias a corto o largo plazo para los empresarios.
Es en este país, donde podemos observar claramente la precarización total de las vidas que produce el sistema, como también tenemos claro que, tras años y años de falsas promesas por parte de la clase política, la solución para estas problemáticas solo está en el pueblo y cómo nos organizamos para construir, finalmente, la educación que queremos.


[1] “Concertación de Partidos por la Democracia” fue la coalición de partidos políticos de “izquierda” y centroizquierda que gobernaron en Chile posterior al proceso de la dictadura hasta el año 2010.