Foto: Javier Pérez @jperez_ig
“Esta es nuestra forma de ayudarnos ante un Estado completamente ausente”
Por Consuelo Navarrete, directora y fundadora de ONG Olla Digna @olladigna
Las ollas comunes y comedores solidarios existen desde hace bastante tiempo en Chile, sin embargo, en mayo del 2020 se multiplicaron considerablemente producto de la precarización económica causada por la pandemia. Con las cuarentenas, muchas personas disminuyeron sus ingresos o quedaron sin trabajadores, por ejemplo los trabajadores informales, de estos los más precarizados han sido los migrantes; también se vieron afectados trabajadores formales, por ejemplo empleados del retail, rubro que se vio obligado operar únicamente de forma online y obligó a sus trabajadores a acogerse a la ley de seguridad del empleo -Una muy mal política que consistía en que los trabajadores utilizaran los fondos del Seguro de Cesantía-, o simplemente fueron desvinculados de la empresa. Entonces los chilenos se vieron forzados a gestionar iniciativas como Ollas comunes, para que las familias que no tenían ingresos pudieran alimentarse. Entonces, para junio de 2020, una organización amiga llamada “La Olla común” logró documentar por lo menos 500 ollas comunes a lo largo del país.
Nosotras surgimos en abril del 2020 cuando ya había muchas personas pidiendo apoyo complicados por no poder pagar arriendos, comprar comida o pagar los servicios básicos. Primero ayudamos a las personas para que pudieran hacer pequeños emprendimientos informales que les permitieran tener algún tipo de ingreso. Luego, con las cuarentenas, las personas no podían salir a trabajar, por lo que las ayudamos entregando Cajas Dignas de alimentos, con un aporte nutricional mucho mayor al que meses después entregó el gobierno. Nuestras cajas contenían proteínas, frutas, verduras, galletas para los niños, alimentos no perecibles de todo tipo. Para junio del 2020 teníamos muchas solicitudes de ayuda para ollas comunes, entonces nos concentramos en apoyarlas.
Hasta el día de hoy seguimos apoyando a las ollas comunes que se han mantenido a través del tiempo. Si bien ya no estamos en cuarentena, los beneficiarios de estas iniciativas son principalmente personas de la tercera edad que no han recibido acompañamiento responsable por parte del Estado, reciben pensiones miserables por debajo de la línea de la pobreza. Así también a muchas familias que se mantienen en desempleo y con mucha necesidad. La respuesta del Estado ha sido siempre tardía e insuficiente. El primer aporte que hizo el Estado fue un bono de 65.000, esto no alcanza para comprar alimentos suficientes ni menos para subsistir. Las cajas con alimentos que entregó fueron totalmente precarias, se entregaron alimentos que no alcanzaban para la semana, incluso con alimentos en mal estado. Sin embargo, en Chile el costo de vida es muy alto y los sueldos son muy bajos, no se condicen con el nivel de gastos mínimos que necesita una familia para subsistir. Por esto la crisis aún es muy profunda.
Es por esta realidad, que en el Congreso se promulgó una ley que permitió que los trabajadores retiraran un 10% de sus propios ahorros previsionales para poder tener ayuda económica. Es necesario destacar, que el sistema de pensiones chileno es un sistema privado altamente cuestionado, ya que entrega pensiones miserables y funciona como una gran entrada de capital para grandes grupos económicos. Si bien esta medida del retiro del 10% precariza aún más las pensiones a futuro, se presentó como la única alternativa ante la ausencia del Estado. Actualmente se está discutiendo en el congreso un cuarto retiro del 10%, sin embargo, un gran número de trabajadores informales no cuentan con esta posibilidad de retiros ya que no tienen ahorros previsionales y se ven en la necesidad de alimentarse en ollas comunes.
Si bien trabajamos voluntariamente, con mucha dedicación y afecto, nuestra organización NO tendría que existir, pero lo hacemos porque el Estado no está cumpliendo el rol de proteger a su ciudadanía. Como siempre la solidaridad y la empatía de los chilenos ha quedado en evidencia y eso nos ha permitido recibir mucho apoyo para cumplir con nuestra tarea. La solidaridad debería ser para otro tipo de temas muy puntuales, para juntarnos, compartir y disfrutar en comunidad, pero no para tener que alimentarnos. Pero esta es nuestra forma de ayudar ante un Estado completamente ausente, y un modelo neoliberal que es totalmente exitoso para unos pocos privilegiados -menos del 5%- que tienen el poder económico sobre el país y que lideran la política a su medida.