Balas contra piedras
Foto reportaje de Nicole Kramm
Evadir, no pagar, otra forma de luchar
Secundarios increpan a carabineros en protestas del metro tras el alza en el valor del transporte público. Tras estas primeras protestas se inicia la histórica revolución de los 30 pesos o el estallido social de Chile.
17 de octubre del 2019
Metro Estación Central, Santiago de Chile
No son 30 pesos, son 30 años
Persona se manifiesta con una cuchara golpeando un tarro de café tras el llamado a caceroleo nacional como forma de protesta ante la brutal represión de agentes estatales.
San Ramón, Santiago de Chile
Manifestantes celebran el retiro de las policías levantando barricadas en Alameda, calle principal de la capital.
Santiago de Chile
Militares armados en calles principales de la capital durante el estallido social.
Alameda, Santiago de Chile
Chilean Star wars
En medio del caos, protestantes usaron lásers para cegar a la policía y evitar la represión.
Ramón Corvalán con Alameda, Santiago de Chile
Joven manifestante es brutalmente golpeado y detenido por carabineros de Chile en protestas
masivas en alrededores de plaza Italia durante el estallido social.
Plaza de la dignidad, Santiago de Chile
12 mm.
Manifestante muestra los Cartuchos de Balines utilizados en escopeta antidisturbios por
Carabineros de Chile para reprimir a manifestaciones durante el estallido social.
Santiago de Chile
Manifestantes en Plaza Baquedano, lugar de encuentro y punto neurálgico de las manifestaciones,
denominada por la ciudadanía desde el estallido social como la Plaza de la dignidad.
Santiago de Chile
Piquetes de Carabineros de Chile apuntan y disparan directamente a cabezas de manifestantes
durante el estallido social.
Irene morales con alameda, Santiago de Chile
Víctima de trauma ocular
Retrato a Joven que fue mutilado a causa de un perdigón disparado a corta distancia por Carabineros de Chile.
Según una decena de informes internacionales, como el de Human Right Watch de Canadá, en Chile se violan de manera sistemática los Derechos Humanos y el problema radica en la estructura militarizada que sostienen las policías del Estado, teniendo como consecuencia miles de denuncias por crímenes de lesa humanidad. Las representaciones de un ojo sangrante se han convertido en un símbolo de la revuelta chilena.